Trasto es un gato común que este año va a cumplir 14 años, no es ningún jovenzuelo. Hasta ahora ha sido gozado de mucha salud y al ser un gato casero, nunca hemos tenido ningún problema con el. Tranquilo, cariñoso y faldero, así es como definimos a Trasto en casa. Es mi primer gato, así que imagina lo mimado que está.
En casa también tenemos a Lolo, otro gato con un año menos que Trasto, y cuando empezamos a ver hace unas semanas que bebían mucha agua y hacían más pipí de lo normal saltó la alerta. Nuestro problema fue saber cual de los dos podía tener algún problema. Los pipís cada vez eran más grandes y los hacían fuera de la arena, hasta que pillamos al culpable, Trasto. Otra cosa que nos llamó la atención es que comía pero estaba perdiendo peso. Rápidamente pedimos hora con el veterinario.
1ª visita con el veterinario - La veterinaria nos informó de que estaba deshidratado y un poco sucio, ya que como se encontraba mal se había dejado de limpiar. Después de explicarle los síntomas que habíamos visto en él, le tomaron sangre para hacer una analítica de sangre y en un par de días ya teníamos lo resultados.
2ª visita con el veterinario - "Trasto es diabético." Aunque teníamos algunas sospechas, no conocíamos nada de la diabetes gatuna. La veterinaria nos explicó que el único método de tratar la diabetes en los gatos es pinchando insulina, igual que en los humanos, y lo tendríamos que hacer 2 veces al día (cada 12 horas). Como era un sábado, teníamos que volver el próximo lunes con el gato y para explicarnos todo el procedimiento que deberíamos seguir, la insulina, las tiras de orina, una próxima ecografía, etc.
Como podrás entender, le hemos tenido que cambiar su alimentación por un pienso especial para diabéticos, con bajo contenido en carbohidratos y alto en proteinas y fibra para controlar el peso y los niveles de glucosa. Ya sabes que especial = caro.
3ª visita con el veterinario - El siguiente lunes volvimos a la consulta para conocer cual sería su tratamiento de insulina, su dosis y las pautas que debíamos seguir. Lo primero que preguntamos era que insulina usaríamos y nos dijo que Caninsulin. Horror!!! Era la que no funcionaba nada bien... Ella nos comentó que había tratado a gatos con esta insulina y que no había tenido problemas, pero después de hablar distendidamente y exponerle nuestra preocupación, comentó que podría informarse acerca de ProZinc, la nueva insulina para gatos (muy nueva en el mercado y esperar unos días a empezar el tratamiento), o que podíamos llevar a Trasto a una clínica especializada en gatos que conocía en Barcelona. Escogimos la segunda opción. Ella misma nos facilitó el número de contacto y al salir llamamos.
Hay que agradecer su generosidad, porque con otra persona nos tendríamos que haber buscado la vida. Más adelante os explicaré como sigue la historia. Si tu gato también es diabético nos encantará conocer tu historia, déjanos un comentario.
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